ROMA, (ACI)
La fecunda pareja, muy querida por el Santo Padre Pío de Pietrelcina, podría alcanzar la santidad gracias a su ejemplar modo de vivir la fe y su tota confianza en la Divina Providencia.
Según informó el diario italiano la Repubblica en su edición del 20 de diciembre, el proceso de beatificación comenzó con una ceremonia en el Aula de la Conciliación del Vicariato de Roma. San Pío de Pietrelcina conoció a la singular pareja en el año 1924, cuando Licia apenas tenía 17 años y Settimio era un maestro de secundaria de 38 años. Los esposos ingresaron a la rama laica de los franciscanos como terciarios y se unieron espiritualmente al Padre Pío, quien les vaticinó una descendencia de al menos 20 hijos.
Settimio y Licia se casaron en 1926 y se instalaron en Roma. A pesar de vivir durante los duros tiempos de la guerra y la postguerra, siempre vieron a sus hijos como "dones de Dios".
Uno de ellos, el sacerdote Stefano María Manelli –co-fundador de los Franciscanos de la Inmaculada, hoy con mil miembros en el todo el mundo– relató al diario un episodio de su niñez, cuando un día, su padre llegó a casa y su madre le dio la noticia de un nuevo hijo por venir. Settimio dijo a Licia: "¿Ves? Hay otra llama que Dios ha encendido".
La pareja siempre invitó a su familia a confiar en la Divina Providencia, donde encontraban su fe, confianza y aceptación cristiana. "Papá y mamá nos invitaban siempre a confiar en la Providencia, a esperar su llegada a casa, como si fuese una persona", cuenta el Padre Stefano María.
La fecundidad del matrimonio Manelli llega a nuestros días. "Entre hijos, nietos, y bisnietos la familia cuenta con alrededor de 200 personas: una gran descendencia", explicó el Padre Stefano María en la vigilia de la ceremonia de beatificación, a la cual asistió casi toda la nutrida familia.
Franciscanos de la Inmaculada
El Padre Stefano María, fundó junto a Gabriele Pelettieri el Instituto Religioso de Derecho Pontificio de los Franciscanos de la Inmaculada en 1970. Ambos eran Franciscanos Conventuales, pero buscaban una espiritualidad con un acento más mariano, en oración, pobreza, penitencia y apostolado.
Inspirada por San Pío de Pietrelcina y San Maximiliano Kolbe - el religioso que entregó su vida en Auschwitz a cambio de un condenado a muerte - la orden ha logrado gran expansión mundial y cuenta con casi mil miembros entre religiosos, religiosas, novicios y novicias. Se trata de uno de los fenómenos vocacionales más sorprendentes de los últimos años.
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