jueves, 18 de noviembre de 2010

España. Las clarisas de Almassora apelan a la caridad al perder los ingresos de las labores

El convento ha pasado de tener 35 monjas a sólo 9 y de avanzada edad, por lo que han renunciado a confeccionar manualidades por encargo
SARA FRUCTUOSO


Adiós a los paños planchados, al almidón de las mantelerías. La crisis de vocaciones ha dejado el convento de las monjas clarisas de Almassora con sólo nueve internas, por lo que las propias religiosas han tenido que poner fin a los encargos de los vecinos, rompiendo así una tradición de décadas. El único problema estriba en el sustento de la institución, muy por debajo de la situación económica de antaño, aunque la comida no falta gracias al amparo de Cruz Roja y los fieles.

"Hemos llegado a ser 35 y ahora sólo somos nueve, la mayoría mayores, y con hacernos cargo de mantener el convento y cumplir con las obligaciones litúrgicas ya no podemos hacer más", explica la madre superiora. La religiosa cita a San Bernardo para recordar que su misión no va más allá de trabajar y orar, aunque ahora todos los trabajos se queden de puertas para adentro. Este hecho ha reducido los ingresos de la institución a la mínima expresión. "Nosotras también sufrimos la crisis", recuerdan desde la clausura.

Al margen de las cuestiones monetarias, el convento de la plaza de España, adjunto a la iglesia del Cristo, sigue la tónica que impera en otras instituciones religiosas en cuanto a la evolución de la vocación religiosa. "No está de moda", admite al otro lado del teléfono la máxima responsable de la orden en Almassora, con la esperanza de que "el tiempo y el Señor ayuden a cambiar esta situación". Sea o no una cuestión de moda, lo cierto es que el edificio tuvo que recurrir años atrás a la búsqueda de la fe en otros países para poder mantener abiertas las instalaciones. Así, tres de las nueve religiosas que han suscrito sus votos provienen de India. Son las tres monjas de clausura más jóvenes, con edades inferiores a los 30 años. Por el contrario, otros conventos de la orden, como el de Lerma, en Burgos, aglutina a 160 monjas. Un hecho insólito en Almassora, donde "de momento no tenemos aspirantes a ordenarse en la comunidad", lamentan desde el convento, en el que la 'plantilla' se ha reducido un 75% en los últimos años.

Voto de pobreza

Este hecho ha provocado que las monjas hayan tenido que renunciar a una de sus actividades con más repercusión en la sociedad local, las manualidades. Los trabajos de confección y los encargos de labores forman ya parte de la historia de la orden desde que "sólo nos podemos dedicar a la vida de oración y a cocinar, limpiar y atender la portería". De sobra es conocido en el municipio el buen hacer de las religiosas con las labores hechas a mano. "La casa es muy grande pero tenemos la suerte de que es bastante nueva, de manera que no hay grandes averías ni reformas que afrontar y podemos sobrevivir", recuerdan aliviadas. No en vano, las nueve clarisas insisten en su voto de pobreza, que las aleja de cualquier ambición más allá de la fe.

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